Eternamente grande
Hoy, te recordaba aquella noche de otoño en que me llevaste al fútbol por primera vez;
la euforia del viaje, la proximidad por fin lograda a pesar de las estupideces de la infancia.
Hoy te recordaba, con aquella indumentaria demasiado ancha para ti
y ese cielo plano, casi sin matices, de las tierras húmedas de Flandes;
eras un genio, gigantesco, cuando marcaste el gol aquel casi sin darte cuenta,
la alegría que subía de todas partes sigue siendo mía, papá, porque hoy, te recordaba.
Y, de repente, atormentado, me doy cuenta de que el yo que te recuerda
es hoy mayor que tú, obrero futbolero, eternamente grande en la memoria.
© La Mampara, 2015
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